miércoles, 29 de febrero de 2012

Confesiones: Mi angustia

Lo primero, perdón por tardar tanto en publicar. El carácter clandestino de este blog no permite que pueda entrar a diario con tanta frecuencia como yo quisiera.

Últimamente lo estoy pasando mal. Muy mal. Estoy sumida en un estado de angustia, de ansiedad. Siento apatía por casi todo. No siento casi interés por todos los temas que suelen gustarme. Me encuentro deprimida.

Es cierto que tengo un empleo estable desde hace años (muchos, para como están las cosas) y aunque no dé mucho a fin de mes y tenga cada vez peores condiciones de trabajo, no puedo quejarme al respecto. En lo afectivo, estoy casada con una persona maravillosa, única, comprensiva, inteligente, tierna, cariñosa y además, hermosísima.

¿Cuál es el motivo de mi estado? No puedo travestirme. Jamás pensé que fuese posible llegar a sentirse así por este motivo.

Como la mayoría de los travestis de closet, soy enteramente heterosexual. Creo que no hace falta explicar esto. Se suele tachar al travesti de maricón, tratando su figura como algo patético y digno de mofa. Y esa es la causa de que quienes como yo sufrimos el miedo al rechazo y nos neguemos a pedir ayuda al respecto. Hay hombres que se visten de mujer porque quieren ser mujeres. Se sienten mujeres, necesitan ser mujeres porque se identifican sexualmente con ellas y se comportan así porque psicológicamente son mujeres. Mi caso no tiene nada que ver con ese.

¿Acaso cuando a un niño le gusta Supermán, no le compramos un disfraz de éste para que juegue a ser él y se sienta como él? Y ya en la edad adulta, ¿no jugamos a ser soldados en vídeo-juegos belicosos que nos ponen en la piel de sanguinarios rambos para que seamos ellos por un ratito? A mí me gustan tanto las mujeres que quiero vestirme como ellas, necesito vestirme como ellas. Quiero sentir lo que sienten ellas al vestirse, ése es el motivo. No soy transexual. No soy homosexual. Quiero vestirme de mujer porque las mujeres me atraen, me gustan, me excitan y porque siento una tremenda admiración por ellas. Pero en ningún momento renuncio a ser hombre, ni a mi condición de hombre, vaya esto por delante.

Llevo años con esta comezón que va cada vez a más. Casi de antes de casarme. Pero quiero tanto a mi9 mujer que no me planteo siquiera confesarle mi secreto. Alguna vez ha salido el tema de conversación (nunca en primera persona, por supuesto) y me ha mostrado su postura de rechazo hacia él. No quiero perderla, me hace mucha falta. Pero por desgracia no colma todas mis necesidades. No colma una en concreto. Pero la quiero tanto que sufriré en silencio por ella aunque no lo sepa nunca.

Al ir por la calle observo a las mujeres con las que me cruzo y fantaseo con la ropa que llevan puesta, sobre si hoy vestiría yo así o asá, si con esta falda y esas botas o con ese vestido y esos tacones. Lo que daría yo ahora por enfundarme unas medias y ponerme un vestido... ¡¿Por qué es todo tan complicado?!

En fin, sé que esta angustia va para largo. Tendré que esperar a quedarme sola algún día y comprar algunas prendas que, con poco uso tengan que ser destruidas y desechadas para que no sean descubiertas.

Sólo me queda esperar...

No hay comentarios:

Publicar un comentario